"UNA VIDA LLAMADA LIN"
Soy la segunda de tres hermanos, es decir la del medio, como muchos pudieran llamar, el jamón o el queso del pan. Ser la del medio y teniendo una hermana mayor y un hermano menor, me dio la oportunidad de crear mi propio mundo; mi madre era muy apegada a mi hermana y mi padre a mi hermano, por lo que yo debía de ser independiente y buscar mi felicidad a como diera lugar. Eso me hizo crecer, madurar y entender que de mí dependía todo.
En mi niñez tuve momentos felices que luego se transformaros en felicidad, pero también viví tiempos difíciles y tristes, los cuales se convirtieron en un torrente de dolor y de sufrimiento.
Entrando en mi adolescencia, recuerdo a mi madre preguntarme; “¿cuál es el tiempo que tienes para estudiar?”, yo jamás pensaba en eso, sólo pensaba en buscar la forma de ser reconocida para sentirme alegre.
Entonces comencé a jugar pelota, montar bicicleta, patines y skyboard, jugaba voleibol y básquet, corría en campo y pista, me subía en las matas, juagaba mariquitas, jugaba al ladrón y al policía, al indio y al vaquero, jugaba el trúcamelo (el muñeco), hacia todo lo posible por lograr mi objetivo.
Siempre fui muy sana y pocas veces me enfermé, como no me enfermaba no podía llamar la atención de mis padres, y en ocasiones me quedaba en las noches fuera de la casa esperando tomar un resfriado, pero nada pasaba. Mi mayor preocupación era obtener los mecanismos para ser feliz.
Entonces un día me pregunté, ¿Quién hace que los arboles florezcan? ¿Quién permite que podamos respirar? ¿Cómo vuelan los pajaritos? ¿Quién creó los animales? ¿Por qué el mar tiene agua salada? ¿Por qué el agua del rio la podemos tomar? ¿Quién es el responsable?
Había escuchado hablar de Dios, pero muy remotamente, pues mis padres pertenecían a la llamada izquierda (los comunistas de la época) y para ellos creer en Dios, era sinónimo de poca valentía y debilidad, por ende Dios no era muy pronunciado en mi casa, pero yo sabía que el Dios de mis padres, sobre todo de mi papá, no era el mismo Dios del que yo había escuchado.
Sin embargo, yo continuaba creyendo en mi Dios, en algo superior, en el dueño del mundo, el creador de todo y aún creyendo no lograba ser feliz. Hasta que entendí el mensaje:
“La Fe es nuestra felicidad, pues se manifiesta de adentro hacia afuera, que mi templo es mi alma, y esta nos deleita con plenitud, amor, felicidad, pero sobre todo con humildad.”
Ahí fue cuando me di cuenta que sólo Dios me podía reconocer y que mi felicidad no dependía de mi búsqueda en lo exterior, porque ella siempre estuvo en mi interior…
¡Bendiciones!issuu.com/vivirbienrd
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