Transformado en mi mente
“Pues aunque andamos en la carne, no
militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales,
sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derivando argumentos
y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando
cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” 2 Corintios 10:3-5
(RVR1960)
Introducción:
Existen dos
realidades: una realidad material o física, la cual nos describe el mundo que
nos rodea y que percibimos por medio de los sentidos; y otra realidad
inmaterial o espiritual, desde donde operan el reino delas tinieblas y el reino
de la luz.
Esta última realidad solo la podemos percibir mediante el espíritu.
Una vida que no tiene a Cristo como Señor y Salvador siempre será una presa
fácil para las maquinaciones del enemigo. Pero, una vez hayamos tomado la decisión
de servir a Cristo, el Espíritu Santo nos ayuda a poner especial atención al
mundo espiritual para que podamos descifrar estas maquinaciones y no seamos
oprimidos por ellas.
Una Mente correcta
Muchas veces
enfrentamos situaciones difíciles y queremos resolverlas por medios
convencionales. Recuerda, la mente es el campo de batalla donde debes hacer
prevalecer solo los pensamientos que te mantendrán unido al propósito de Señor.
Es por esta razón que el sistema o mundo va a querer distorsionar en tu mente todo
lo que represente o hable bien de Dios.
Dios en la máxima expresión de la verdad.
Entonces, si Dios desea lo mejor para ti, ¿Por qué darle cabida a esas formas
de pensamiento que se levanta contra en conociendo de la verdad? Nunca dejes de
aprender, pero abre tu mente y corazón a las cosas de Dios.
Aunque el mundo y
las personas te inciten a pensar de una forma contraria a la palabra de Dios,
enfócate, en lo bueno, busca la sabiduría y no permitas que el afán de este
mundo te desenfoque de lo que quieres trasformar en tu vida.
Una mente
correcta busca la justicia y desprecia las malas obras. Renueva tu mente
diariamente alimentándola con la Palabra de Dios pues el guardara siempre en
completa paz a aquel cuyo pensamiento en El persevera.
¡Confía en Dios!
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