ENSAYO. ¿Le falló Dios al Hombre?
"Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del @campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él". Génesis 2:18-20
Cuando analizamos esta fascinante narración, descubrimos un Tesoro escondido. El autor no solo plantea la necesidad de una "ayuda idónea" para Adán, sino que también revela un proceso de descubrimiento personal profundo.
Dios le encomienda nombrar a los animales, pero este acto va más allá de la asignación de nombres, es un ejercicio de discernimiento: Adán observa, analiza y define la identidad y el propósito de cada criatura, participando activamente en el orden de la Creación.
Sin embargo, al finalizar su ardua tarea, se enfrenta a una revelación crucial: aunque cada criatura cumple su propósito, él sigue sin hallar un vínculo que le otorgue sentido a su propia existencia.
Esta aparente falla, no es un error en la creación, sino una fase de preparación. Dios le permite a través de la búsqueda y el autodescubrimiento, la necesidad de encontrar una relación única, para que al recibir a Eva, lo haga con plena conciencia de su valor y propósito en su vida.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestros propios procesos. A veces, la sensación de vacío es parte de la preparación para propósito mayor: "Y se unirá el hombre a su mujer, y serán uno solo".
SHALOM
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